viernes, 4 de diciembre de 2009

Música maya prehispánica



Sonidos puros de América

Por Diego Caminos
Poco a poco, se va develando el misterio que envuelve la música prehispánica, como lo es el caso de los sonidos maya, ya que el estudio de los instrumentos precolombinos encontrados en los últimos años y las recientes reinterpretaciones de la información contenida en los códices de esta gran civilización mesoamericana, permiten una valiosa aproximación a su fantástico mundo sonoro. Por eso hoy podemos hacernos una idea bastante clara acerca de cómo, para qué o quién tocaban, con qué instrumentos y cómo sonaba la música maya en su máximo apogeo.


Afortunadamente, hay arqueólogos, etnógrafos y expertos en organología que se han dedicado a estudiar esto con mucha seriedad, e incluso simples apasionados (ver “Silbidos de la muerte”) que encuentran riquezas del pasado americano que laten bajo tierra y en tiempo presente, esperando ver la luz del sol nuevamente. Por otra parte y según el arqueólogo Paul Healy, quien durante los últimos 60 años de su vida descubrió en Belice algunos de los más impactantes instrumentos musicales de origen maya, muchos de los antiguos instrumentos todavía están en condiciones para hacer música. "Encontrar algunos rotos fue una suerte, porque nos permitió entender cómo fueron fabricados y cuál es su lógica", afirma Healy.


Características Según el compositor y director de Música Tradicional Maya del Parque Xcaret, Andrés Campos, “las características fundamentales de la música no sólo maya sino prehispánica en general, son la religiosidad y la rítmica con la que originalmente debió haber sido la misma desde el punto de vista ritual, ceremonial y guerrero”, por lo que cabe deducir que la música en aquellos tiempos tenía un sentido eminentemente sagrado, sin un tinte de virtuosismo sino antes bien de comunión con las creencias y sentimientos de agradecimiento a la naturaleza. “Fue a través de su expresión artística que el pueblo reflejó su dogma, tradiciones y principalmente veneraban y adoraban a sus dioses, a aquellas encarnaciones de las fuerzas de la naturaleza” concluye Campos. Por eso la música jugó un papel fundamental en el desarrollo de las culturas prehispánicas, pues por ejemplo desde el punto de vista religioso fue un eje, y al igual que todas sus manifestaciones artísticas, tenía una razón lógica de ser a la hora de rendir culto y tributo a sus deidades.

Ahora bien, Campos asevera que si se observa la música folclórica americana contemporánea y se la compara con las características de la prehispánica, “se encuentran similitudes, como las estructuras rítmicas muy tradicionales en nuestro continente, como por ejemplo la métrica de seis por ocho, que simula mucho el efecto danzístico, y también el manejó del cuatro por cuatro, que es más sensible y cadencioso, que le da espiritualidad y religiosidad a una interpretación”. Todos esos elementos pueden advertirse en el festejo peruano, en nuestra zamba o el carnavalito, por citar unos pocos casos. De allí que la música, junto a la danza y el canto, son aún hoy expresiones fundamentales de las creencias y costumbres de los pueblos americanos.


Y aunque todavía es aventurado hablar sobre el sentido melódico, percusivo, rítmico y armónico de la música maya de aquellos días, se puede arribar a no pocas certezas, ya que se cuentan con cientos de instrumentos musicales de la época precolombina, los que nos permiten a partir de ellos interpretar, imaginar y volar en un mundo que aún hoy estamos conociendo a partir de las reinterpretaciones, encontrando así la magia musical de lo que fue nuestra historia prehispánica.


Instrumentos

Los instrumentos maya, que tuvieron una razón lógica de existir y que forman hoy parte de la organología, son divididos en dos grupos: uno corresponde a las percusiones y el otro a los instrumentos de viento.


Dentro del primer grupo, se pueden ubicar como los más importantes a los siguientes instrumentos:
tuncules, construidos con troncos ahuecados y con dos lenguas que producen sonidos muy peculiares. Es un instrumento parecido a un xilófono y que produce dos sonidos, uno grave y uno agudo. Eran tallados con caras, aves, animales o bestias. Se tocaba con dos mazos de madera y puntas de hule.
Otro es el gran tambor, Xacatán, instrumento que además del maya, fue usado en diferentes culturas. Estaba hecho con un tronco hueco y su membrana o parche era una piel de jaguar, lo que posibilitaba ser aflojado o tensado para cambiar el tono. Se construía en diferentes tamaños y se los nombraba de distinto modo: uno era el Panhuehuetl o tambor mayor - el Tlalpanhuehuetl de los aztecas-, un instrumento gigante de hasta 2 metros y medio, que era el encargado de anunciar desde lo alto de los templos la guerra, alcanzando su sonoridad una distancia de 12 km; y el otro era el Teponaztli, membranófono con lados adyacentes para ser tocados en parche de piel y tronco.
También en este grupo se incluye al Xot, sonajas que eran consideradas muy importantes por contener un significado ritual y religioso dentro de las ceremonias mortuarias. Eran construidas con calabazas secas y rellenadas con semillas, a las que en algunos casos se les anexaba un mango de madera, si no eran tocadas directamente. En lo concerniente a su ejecución, los Xot se caracterizaban por ser tocadas en una gran cantidad de pequeñas percusiones simultáneas, cuyo fin era producir un susurro machacante que invite a entrar en otros estados de conciencia, puesto que esta suerte de maracas se utilizaban principalmente en sus rituales.


Y en el grupo de los instrumentos de viento se incluyen:

Los Alientos -al decir de ellos-, flautas tipo ocarinas de barro cocido de diferentes formas, pero casi todas de animales. Pueden tener una sonoridad grave o aguda puesto que, además de una boquilla, cuenta con diferentes orificios que permiten al ejecutante jugar con diferentes alturas o tonos musicales, y agrupadas en tres o más tienen un sonido muy alegre. Combina las cualidades de un silbato con las posibilidades de una flauta.


Otro de los aerófonos maya son las flautas de carrizo o madera, cuya misión era llevar la melodía principal.


Y por último, está la flauta de caña de azúcar, una especie de flautín que era usado principalmente en prácticas litúrgicas. Su sonido varía según su construcción, ya que se encontraron registros e instrumentos de distintos largos y de orificios con diferentes diámetros, lo que obviamente provocaba modificaciones en su sonoridad. En cuanto a su timbre, se destaca por su dulzura y por una agradable una intensidad mediana.


Básicamente, esa es la gama de instrumentos, además de otros construidos con cáscaras, caparazones de tortugas, conchas de mar, caracoles marinos, raspadores de hueso, maderas, cueros, parches; todos tomados de la naturaleza.


Espejo americano
Se dice que la humanidad no sería tal si la música no existiera. Y nosotros, a no dudarlo, tenemos el derecho de escuchar y conocer el legado cultural y musical que dejaron los antepasados de nuestro continente, sobretodo si nos buscamos en el espejo no de los españoles sino el de nuestro pasado anterior al de los europeos, ya que refleja nuestra identidad, nuestra pertenencia a esta tierra, debajo de la cual hay raíces que nos alimentan y sobre la cual hay costumbres que nos reconfortan. Sólo él nos hace ver lo que somos.


Entonces, a seguir buscando, que la grandeza de la música puramente americana está esperando. Ella es un pasado que late y se escucha cada vez con más fuerza en el presente.


Nota: todas las imágenes que acompañan esta nota, fueron tomadas de la Película “Ecos del pasado”



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